El Pedro Escartín volvió a revivir una de esas noches coperas de las que gusta por lo que supone en todos los sentidos. El Deportivo Guadalajara superó al CP Cacereño por 2-1 y selló su pase a la siguiente ronda de la Copa del Rey en un partido trabajado y lleno de alternativas que devolvió al equipo y a la afición a la senda del triunfo, eso sí, en otra competición.
El duelo arrancó con respeto mutuo. Ambos conjuntos se tantearon en los primeros compases, conscientes de lo que estaba en juego. El Cacereño dio el primer aviso con una llegada temprana que obligó a intervenir a Dani Vicente, quien debutaba en partido oficial bajo palos con el Deportivo. Pero el momento clave del primer acto llegó en el minuto 21, cuando el colegiado señaló penalti a favor del conjunto extremeño después de cometer Víctor un agarrón dentro del área. Dani Vicente, con reflejos felinos, adivinó la intención de César Gómez y detuvo el lanzamiento, convirtiéndose en el primer gran héroe de la noche porque esa acción subió la moral deportivista y apareció con dudas la zaga cacereña.
Esa parada cambió el guión del partido. El Guadalajara se soltó, comenzó a hacer su juego con más criterio y, justo antes del descanso, obtuvo su recompensa. Una internada de Pablo Muñoz acabó en penalti a favor del Dépor, y Neskes, con frialdad y muy seguro de sí mismo, transformó desde los once metros el 1-0 que encendió al Escartín.
En la segunda mitad, el Cacereño salió con más empuje, buscando el empate mediante presión alta y centros laterales. Los de Pere Martí, sin embargo, supieron aguantar las llegadas visitantes con orden táctico y seguridad en la línea defensiva. El míster morado movió el banquillo para refrescar al equipo y mantener el control ante un rival que no renunciaba a nada.
El premio al esfuerzo local llegó en el minuto 83, cuando Samu Mayo cazó un balón suelto dentro del área y lo envió al fondo de la red para firmar el 2-0. El estadio estalló en júbilo: el pase estaba prácticamente asegurado.
Pero el final no estuvo exento de sobresaltos. Ya en el tiempo añadido, Julio Martínez vio la segunda amarilla y dejó al Dépor con diez hombres. En la jugada posterior, Berlanga recortó distancias para el Cacereño, que puso el 2-1 definitivo. No hubo tiempo para más.
El pitido final desató la celebración. Más allá del resultado, el Deportivo Guadalajara recuperó sensaciones, confianza y unión con su afición. La Copa del Rey volvió a teñirse de morado en una noche que recordó por qué el fútbol, cuando se juega con alma, trasciende cualquier categoría.




